La moda va
sorprendiendo con cuentagotas para incluir modelos diferentes y el último grito
de esta tendencia son las cabelleras grisáceas. Desigual se ha tomado
el empeño de la diversidad en serio y apuesta por “la belleza inclusiva”, según
cuenta su director de comunicación de marca, Daniel Pérez. Si la primavera
pasada presentaba el vitíligo como forma de belleza con Winnie Harlow, esta
temporada quiere reivindicar que la vejez también es chula.
Para ello
ha fichado a una anfitriona que no plantea dudas. A sus 70 años, Alicia Borrás
atrae todas las miradas en un vídeo de tres minutos en el que luce los vaqueros
de la nueva colección Exotic Jeans, y se codea con chicas que podrían ser sus
nietas, las bailarinas Kayoko Everhart, Sheila Jordà y Maria Cocol y las
modelos Stephanie Hall y Angelina Nawojczyk.
Quien fue
Miss España en 1965, maniquí de Pertegaz y modelo de reconocidas firmas hasta
que se retiró con 26 años para llevar una vida familiar, ha vuelto por sorpresa
a los posados. “No tenía ninguna intención de volver a ser modelo”, reconoce
Alicia Borrás en una entrevista. Ante su asombro, la llamaron hace dos años
para que desfilara para Andrés Sardá en la pasarela de Madrid
Desde
entonces, ha hecho algunos trabajos y sigue diciendo que no quiere ser modelo
de nuevo, simplemente ha dejado “la puerta abierta” a cosas que le interesen.
Le parece pertinente que se reivindique la vejez, y más en un sector tan
tiranizado por la juventud. “Lo hago porque me gusta la moda, y creo que tiene
que cambiar”, razona, y lo compara con otros ámbitos donde los profesionales de
más de cincuenta años tienen valor. “Las personas mayores tienen conocimiento y
experiencia y eso es un plus”, añade.
“No voy a
competir con una chica de veinte años, pero sé desfilar y posar”, argumenta con
tono plácido. Volver a ponerse delante de los focos le ha servido para
comprobar que el trabajo ha cambiado mucho en estos años. Cree que hoy se hacen
maravillas con el maquillaje, los focos y la iluminación, algo que en su época
apenas existía. “Hoy las chicas son muy guapas, pero no sé si tienen escuela”,
comenta, mientras explica que los fotógrafos con los que ha tratado
recientemente le han dicho que es un gusto trabajar con ella porque sabe posar
y tiene iniciativa.
Volver a
desfilar no le ha costado nada. De hecho, lo compara con el clásico de montar
en bicicleta, una habilidad que nunca se olvida. Además, siempre le ha gustado
más el pase que el posado, porque con el movimiento se puede expresar más. El
truco de su belleza es sencillo, dice, porque tiene la suerte de ser
genéticamente delgada. Lleva una buena alimentación, de toda la vida, apunta, y
hace ejercicio, tonificación y yoga. Todo ello porque le gusta estar en forma y
sentirse bien. Además, su elegancia, lo que más le halagan, también reside en
la simplicidad y en conocer lo que le sienta bien. “Intento ir moderna pero
dentro de mis límites”. De no ponorse límites es de lo que se peca hoy en día,
considera, con tantas tendencias que llevan a las mujeres a ponerse de todo y
no identificar su estilo.
Alicia
Borrás nació en Menorca en 1945, pero a los 17 años se fue a Barcelona a
trabajar en el taller de Pertegaz. Era una maniquí a tiempo completo, los
vestidos del maestro se probaban y arreglaban encima de su cuerpo. Pero a pesar
de la fama del modista, era un trabajo muy mal remunerado y al cabo de tres
años empezó a hacer publicidad y de modelo para varias firmas de prêt-à-porter.
Le dieron el título de Miss España en 1965 y a los 26 años, con una carrera en
alza, tuvo que tomar una decisión. Se casó con su actual marido, quien por su
trabajo viajaba mucho, y apostó por la vida familiar. Después de vivir en
diferentes países, hace 18 años que regresó a Barcelona, donde lleva una vida
tranquila, y hace dos que la moda volvió a llamar a su puerta.
Fuente El
Pais
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