¿Extraer sangre joven para rejuvenecer a los ancianos?
Lo que puede sonar como el argumento de una película de ciencia ficción se convierte en algo más real si se añade que Silicon Valley, el corazón tecnológico de Estados Unidos, está detrás de la idea.
La curiosidad aumenta cuando se asocia el futurista método con multimillonarios como Peter Thiel, cofundador de PayPal, de quien se ha dicho que gasta miles de dólares al año en recibir transfusiones de sangre de personas más jóvenes.
Pero a eso volveremos más adelante.
Ratones unidos en costura
Para entender lo que está pasando en el mundo tecnológico de hoy, hay que remontarse al siglo XIX cuando un científico francés de nombre Paul Bert hizo un descubrimiento fascinante y espantoso al mismo tiempo.
Bert cosió parejas de roedores para que compartieran el flujo sanguíneo y observar los resultados.
Los ratones más viejos empezaron a mostrar señales de rejuvenecimiento: mejor memoria, más agilidad y una cicatrización más rápida.
Muchos años después, investigadores en instituciones como las universidades de Harvard y Stanford siguieron la senda del investigador francés.
La extraordinaria técnica se conoce como parabiosis y forma la base del trabajo de varias empresas emergentes en California que quieren replicar esos efectos rejuvenecedores en humanos.
No lo hacen exentos de polémica.
Ensayo controvertido
Para Jesse Karmazin el futuro ya está aquí.
En 2016, este médico graduado en la Universidad de Stanford (California), fundó Ambrosia, una start-up que investiga los efectos de la sangre joven en la lucha contra enfermedades vinculadas al envejecimiento.
Creo que el tratamiento es exitoso, que revierte el envejecimiento y funciona para una serie de males asociados con la vejez como enfermedades del corazón, diabetes o Alzheimer".
"Acabamos de completar el primer ensayo clínico. Vamos a hacer más estudios, pero los resultados hasta ahora son bastante buenos", le dice Karmazin a BBC Mundo.
"De hecho creo que el tratamiento es exitoso, que revierte el envejecimiento y funciona para una serie de males asociados con la vejez como enfermedades del corazón, diabetes o Alzheimer", añade.
En el ensayo que menciona Karmazin participaron 150 personas con edades entre los 35 y los 80 años que pagaron US$8.000 cada una por el tratamiento.
"Es una simple transfusión", explica Karmazin.
"Obtenemos el plasma sobrante en bancos de sangre, que tienen bastante. Nosotros sólo usamos el plasma, que es el líquido sanguíneo, sin las células", insiste.
"La gente viene a la clínica -tenemos dos, una en California y la otra en Florida- y se les introduce el plasma joven por vía intravenosa".
Cruzar el límite
Lo que para el fundador de Ambrosia puede parecer algo sencillo despierta recelo en la comunidad científica.
"Para mí va demasiado lejos experimentar con personas sanas y darles productos de plasma con la esperanza de que puedan vivir más", señala Eric Verdin, presidente del Instituto Buck de Investigación sobre el Envejecimiento, situado en Silicon Valley.
"Hay muchos problemas potenciales asociados con el plasma, como virus y muchas otras cosas que no conocemos.
"Me preocupa que alguien de 40 o 50 años, sano, vaya a recibir el plasma de jóvenes; yo desde luego no lo haría", apunta el doctor.
"¿Por qué crees que tantas personas dan su propia sangre antes de entrar en el quirófano simplemente para evitar una transfusión de sangre ajena?
"Hay tantas cosas que desconocemos en cuanto a lo que tiene la gente en la sangre que yo no quisiera recibir la de otra persona, a no ser que fuera una situación de vida o muerte", enfatiza Verdin, quien además no comparte que haya que pagar US$8.000.
A medio camino
Ambrosia no es la única empresa que trabaja en el campo de las transfusiones de sangre joven a personas mayores.
"Hay estudios y experimentos increíblemente importantes", reconoce Verdin.
"Lo que se ha avanzado con ratones es muy bueno e incluso puedo aceptar que se extraiga plasma de personas jóvenes para dárselo a pacientes con Alzheimer severo, como hace Alkahest".
La empresa que menciona Verdin es otra startup que nació en 2014 también en California.
Fundada por los neurocientíficos Tony Wyss-Coray y Saul Villeda, Alkahest acaba de concluir la primera fase de un ensayo con 18 enfermos de Alzheimer a los que les suministraron una dosis semanal de plasma de donantes jóvenes durante cuatro semanas.
Según un artículo de la revista Nature de septiembre de 2017, para Wyss-Coray el ensayo es aún demasiado pequeño para detectar beneficios clínicos.
El jefe ejecutivo de Alkahest, Karoly Nikolich, es también cauteloso, pero tiene confianza.
Aunque Alkahest todavía está analizando los datos, Nikolich le dijo a la BBC que los pacientes mostraron mejores habilidades para desempeñar tareas diarias básicas y eran más conscientes de su entorno y de ellos mismos.
Para Verdin las pruebas de Alkahest tienen más justificación que las de Ambrosia.
"[Los de Alkahest] son pacientes que estarán demenciados y básicamente no tienen otro tratamiento que les podamos ofrecer", sostiene.
Buscar la inmortalidad es una aspiración humana, pero no hay nada en nuestra investigación que indique que estamos cerca de alcanzarla".
Peter Thiel, "el vampiro"
Para alguien como Verdin, que lleva décadas trabajando en el campo de la vejez, la irrupción de startups que prometen revertir el envejecimiento y ampliar la esperanza de vida hasta más allá de los 110 años es peligrosa.
Volvemos aquí al multimillonario Thiel, a quien algunos medios bautizaron "el vampiro" por su supuesto interés en las transfusiones de sangre joven.
Las informaciones que dicen que el empresario invierte miles de dólares al año para recibir plasma joven no han sido corroboradas de forma independiente, pero Thiel no esconde su fascinación con la inmortalidad.
Esto es lo que le parece peligroso a Verdin, que la aparición de visionarios que buscan el elixir de la eterna juventud le reste valor a la investigación biomédica tradicional.
"La idea de la inmortalidad es tan ridícula hoy como lo era hace 100 o 1.000 años", opina Verdin.
"Buscar la inmortalidad es una aspiración humana, pero no hay nada en nuestra investigación que indique que estamos cerca de alcanzarla o incluso de alargar mucho más la esperanza de vida".
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