Johanny Jimenez
johannypad01@hotmail.com
El reloj marcaba alrededor de las 9:00 pm, la noche se vislumbraba húmeda y tranquila en las afuera de la universidad Autónoma de Santo Domingo y en el área ubicada entre el Antiguo Comedor Universitario y el Aula Magna lugar donde se encuentra la tarja develizada en honor al malogrado ex-rector un señor de mediana edad hizo acto de presencia y se detuvo por unos minutos frente al árbol de Ceiba que en el 2011 Febrillet había plantado en la universidad y que al momento de sembrarlo dijo: “Cuando yo muera, quiero que mis cenizas sean esparcidas al pie de este árbol.” Durante su gestión Febrillet se preocupó por el medio ambiente en el campus.
Al cabo de unos minutos observando el caballero que
había llegado al lugar quien portaba algo en unas de sus manos similar a un bate de beisbol se desplaza y deja
caer el peso de su agotado cuerpo en el suelo debajo de un frondoso albor de mango que se
encuentra en las inmediaciones del lugar donde reposan las cenizas del exrector.
Dos hombres encargados de la seguridad de la alta Casa de estudios acercan sus pasos a los alrededores de donde se encuentra la tarja ambos conversan
mientras uno dice: ¿ Tu sabias que le robaron una luz a Febrillet? A la vez que
hace un comentario de indignación por el hecho. Vocea a todo pulmón “ despejen
la zona” el hombre que reposaba debajo de la mata de mango se paró de prisa y
sin mediar palabras se retiró del lugar de forma apresurada, mientras que el seguridad siguió su recorrido; el otro se detuvo por espacio de uno cinco minutos frente a la tarja donde
reposan los restos del malogrado ex- rector y solo observaba envuelto en el más absoluto silencio, se
retiró y en el lugar ya solo se visumbrababa una tarja entre luces y frente a un árbol de Ceiba donde
reposan las cenizas de un hombre que fue grande y que la miseria humana nos arrebató.
Indiscutiblemenete que la delincuencia en nuestro país
no tiene limites no basta con que se le haya arrebatado la vida a este valioso
hombre de nuestra sociedad; sino que los rateros burlan la seguridad del
plantel educativo para robarle las luces que alumbran el lugar donde yacen sus
cenizas. Como diría la canción: “Déjame cantar tengo vergüenza de ser malo como
tú, y en tu presencia descubrirme a mí mismo en tu figura, que poca cosa somos,
sin ternura. Que poca cosa somos y que poco valemos me da vergüenza de ser
humano como tú…” La miseria humana es grande y parece no tener límites.
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