La presidenta brasileña suspendida Dilma Rousseff
prometió ayer jueves que utilizará “todos los medios jurídicos” para
pelear contra su suspensión permanente en un juicio político, lo que
avivó el espectro de una persistente agitación política en momentos en
que el líder interino Michel Temer trata de rescatar una economía en
picada.
Horas después, Temer hizo una exhortación a la unidad, al tiempo que prometió mejorar la economía y respaldar una amplia pesquisa por corrupción en la paraestatal Petrobras.
En declaraciones matutinas después de que el Senado votó a favor de iniciar un juicio político en su contra, y en el que podría ser su último evento oficial en el palacio presidencial, la primera mujer presidenta del país calificó el proceso como “fraudulento” y dijo que era una injusticia más dolorosa que la tortura que padeció bajo una dictadura militar en el pasado.
Rechazó nuevamente la acusación de sus críticos de que había utilizado ardides contables ilegales para manejar el presupuesto federal. “Pude haber cometido errores, pero nunca he cometido crímenes”, dijo Rousseff en una alocución de 14 minutos, flanqueada por decenas de funcionarios de alto rango y miembros de su Partido de los Trabajadores, de izquierda.
La decisión del Senado vino después de meses de intensa batalla política en medio de la indignación del pueblo por un enorme escándalo de corrupción en la petrolera Petrobras y de una debacle económica, y ha arrojado al gigante latinoamericano a la incertidumbre política a solo unos meses de que sea anfitrión de los Juegos Olímpicos.
En declaraciones ante varios miles de partidarios mientras dejaba el palacio de Planalto, Rousseff dijo que las acusaciones no son más que una maniobra de distracción del tema medular, parte de “un golpe de Estado” orquestado por sus enemigos hambrientos de poder. “Soy víctima de una gran injusticia”, dijo Rousseff, y añadió: “He luchado toda mi vida y voy a seguir luchando”.
“El mayordomo”
Temer, un político de carrera de 75 años al que muchos llaman el “mayordomo” por su carácter templado, habló en tono conciliatorio en sus primeras palabras a la nación la tarde de ayer.
“Ahora no es un momento para festejos, sino más bien de profunda reflexión”, afirmó, y agregó que reducir el desempleo es una alta prioridad gubernamental. Temer también mencionó los próximos Juegos Olímpicos en Río de Janeiro, programados para agosto.
“No tendremos pronto otra oportunidad como esta”, afirmó, y dijo que los juegos permitirán mostrar a Brasil como un “país serio”.
Rousseff ha dicho reiteradamente que luchará contra su remoción, pero no ha dicho cómo piensa hacerlo, y la mayoría de los caminos ya se le han cerrado.
Hasta ahora, el Supremo Tribunal Federal, la corte suprema de la nación, ha rechazado opinar sobre el caso en su contra.
El Senado tiene 180 días para realizar un juicio y decidir si Rousseff debe ser retirada del cargo de manera permanente, en cuyo caso Temer sería presidente interino durante el tiempo que le restaría a ella; es decir, hasta diciembre de 2018.
Algunos de sus partidarios han prometido una campaña de protestas y huelgas que podrían complicar los esfuerzos de Temer para gobernar. Quienes apoyan el juicio político aseveran que el mandatario interino, un experto constitucional que ha publicado una colección de poesía, es la mejor esperanza para revertir el colapso económico de Brasil.
Temer ha prometido recortar el gasto público y privatizar muchos sectores controlados por el Estado. Pero también ha negado constantemente las acusaciones de Rousseff de que tiene la intención de desmantelar los populares programas sociales que ayudaron al Partido de los Trabajadores a sacar de la pobreza a aproximadamente 35 millones de personas en sus 13 años en el poder.
A medida que el juicio político contra Rousseff parecía cada vez más inevitable, Temer comenzó calladamente a formar un nuevo gabinete. Su principal allegado será quien ocupará pronto el cargo de ministro de Finanzas, Henrique Meirelles, exdirector del banco central de Brasil.
Cuando la medida de juicio político fue introducida el año pasado en el Congreso, en general se pensó que tenía pocas probabilidades de avanzar. En febrero, los expertos pronosticaban que ni siquiera sería aprobada por una comisión en la Cámara de Diputados. Pero el promotor de la medida, el expresidente de la cámara baja Eduardo Cunha, fue más hábil que el gobierno en cada giro, y el proceso ganó impulso con cada una de las exitosas maniobras que aplicó.
(+)
EL PÚBLICO DESCONFÍA DE LOS NUEVOS LÍDERES
“Dilma es una mala presidenta, y aguardar al 2018 era una opción horrible”, dijo Alessandro Novais, un taxista en Río de Janeiro, minutos después de que el Senado votara. “No creo que Temer sea mucho mejor, pero al menos podemos intentar algo distinto para superar la crisis”.
Aunque las encuestas indican que la mayoría de los brasileños respaldaban hacerle un juicio político a Rousseff, también dejan entrever que el público desconfía de sus posibles sucesores. Temer ha sido indiciado en la red de corrupción en Petrobras, Trabaasí como Renan Calheiros, líder en el Senado que ahora ocupa el segundo sitio en la línea de sucesión. Rousseff ha negado vehementemente que las maniobras presupuestales de su gobierno sean un delito, y argumentó que ese tipo de movimientos fueron efectuados por presidentes anteriores sin que éstos sufrieran repercusiones.
Ella ha hecho énfasis en que, a diferencia de muchos de los que han presionado para que se lleve a cabo el juicio político, ella no enfrenta ninguna acusación de corrupción personal.
Horas después, Temer hizo una exhortación a la unidad, al tiempo que prometió mejorar la economía y respaldar una amplia pesquisa por corrupción en la paraestatal Petrobras.
En declaraciones matutinas después de que el Senado votó a favor de iniciar un juicio político en su contra, y en el que podría ser su último evento oficial en el palacio presidencial, la primera mujer presidenta del país calificó el proceso como “fraudulento” y dijo que era una injusticia más dolorosa que la tortura que padeció bajo una dictadura militar en el pasado.
Rechazó nuevamente la acusación de sus críticos de que había utilizado ardides contables ilegales para manejar el presupuesto federal. “Pude haber cometido errores, pero nunca he cometido crímenes”, dijo Rousseff en una alocución de 14 minutos, flanqueada por decenas de funcionarios de alto rango y miembros de su Partido de los Trabajadores, de izquierda.
La decisión del Senado vino después de meses de intensa batalla política en medio de la indignación del pueblo por un enorme escándalo de corrupción en la petrolera Petrobras y de una debacle económica, y ha arrojado al gigante latinoamericano a la incertidumbre política a solo unos meses de que sea anfitrión de los Juegos Olímpicos.
En declaraciones ante varios miles de partidarios mientras dejaba el palacio de Planalto, Rousseff dijo que las acusaciones no son más que una maniobra de distracción del tema medular, parte de “un golpe de Estado” orquestado por sus enemigos hambrientos de poder. “Soy víctima de una gran injusticia”, dijo Rousseff, y añadió: “He luchado toda mi vida y voy a seguir luchando”.
“El mayordomo”
Temer, un político de carrera de 75 años al que muchos llaman el “mayordomo” por su carácter templado, habló en tono conciliatorio en sus primeras palabras a la nación la tarde de ayer.
“Ahora no es un momento para festejos, sino más bien de profunda reflexión”, afirmó, y agregó que reducir el desempleo es una alta prioridad gubernamental. Temer también mencionó los próximos Juegos Olímpicos en Río de Janeiro, programados para agosto.
“No tendremos pronto otra oportunidad como esta”, afirmó, y dijo que los juegos permitirán mostrar a Brasil como un “país serio”.
Rousseff ha dicho reiteradamente que luchará contra su remoción, pero no ha dicho cómo piensa hacerlo, y la mayoría de los caminos ya se le han cerrado.
Hasta ahora, el Supremo Tribunal Federal, la corte suprema de la nación, ha rechazado opinar sobre el caso en su contra.
El Senado tiene 180 días para realizar un juicio y decidir si Rousseff debe ser retirada del cargo de manera permanente, en cuyo caso Temer sería presidente interino durante el tiempo que le restaría a ella; es decir, hasta diciembre de 2018.
Algunos de sus partidarios han prometido una campaña de protestas y huelgas que podrían complicar los esfuerzos de Temer para gobernar. Quienes apoyan el juicio político aseveran que el mandatario interino, un experto constitucional que ha publicado una colección de poesía, es la mejor esperanza para revertir el colapso económico de Brasil.
Temer ha prometido recortar el gasto público y privatizar muchos sectores controlados por el Estado. Pero también ha negado constantemente las acusaciones de Rousseff de que tiene la intención de desmantelar los populares programas sociales que ayudaron al Partido de los Trabajadores a sacar de la pobreza a aproximadamente 35 millones de personas en sus 13 años en el poder.
A medida que el juicio político contra Rousseff parecía cada vez más inevitable, Temer comenzó calladamente a formar un nuevo gabinete. Su principal allegado será quien ocupará pronto el cargo de ministro de Finanzas, Henrique Meirelles, exdirector del banco central de Brasil.
Cuando la medida de juicio político fue introducida el año pasado en el Congreso, en general se pensó que tenía pocas probabilidades de avanzar. En febrero, los expertos pronosticaban que ni siquiera sería aprobada por una comisión en la Cámara de Diputados. Pero el promotor de la medida, el expresidente de la cámara baja Eduardo Cunha, fue más hábil que el gobierno en cada giro, y el proceso ganó impulso con cada una de las exitosas maniobras que aplicó.
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EL PÚBLICO DESCONFÍA DE LOS NUEVOS LÍDERES
“Dilma es una mala presidenta, y aguardar al 2018 era una opción horrible”, dijo Alessandro Novais, un taxista en Río de Janeiro, minutos después de que el Senado votara. “No creo que Temer sea mucho mejor, pero al menos podemos intentar algo distinto para superar la crisis”.
Aunque las encuestas indican que la mayoría de los brasileños respaldaban hacerle un juicio político a Rousseff, también dejan entrever que el público desconfía de sus posibles sucesores. Temer ha sido indiciado en la red de corrupción en Petrobras, Trabaasí como Renan Calheiros, líder en el Senado que ahora ocupa el segundo sitio en la línea de sucesión. Rousseff ha negado vehementemente que las maniobras presupuestales de su gobierno sean un delito, y argumentó que ese tipo de movimientos fueron efectuados por presidentes anteriores sin que éstos sufrieran repercusiones.
Ella ha hecho énfasis en que, a diferencia de muchos de los que han presionado para que se lleve a cabo el juicio político, ella no enfrenta ninguna acusación de corrupción personal.
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