A pesar de su localización externa, su movilidad y su
elasticidad explican que raramente se produzca una lesión del pene. No
obstante, el pene es un órgano que se puede lesionar durante la actividad
sexual (rotura de frenillo o de cuerpos cavernosos) o por agentes externos
(agresiones, arma blanca o de fuego, mordedura, extirpación o incluso
amputación). La lesión o trauma en el pene puede ser accidental o deliberada.
Las lesiones deliberadas del pene son acciones especialmente violentas
realizadas por el propio individuo o por una pareja sexual. Las lesiones más
frecuentes son las siguientes
Desgarro de frenillo
Esta situación se produce durante el coito, en el cual un frenillo corto y tirante se desgarra de forma total o parcialmente, produciendo dolor e incluso una hemorragia llamativa. El tratamiento consiste en la sutura quirúrgica (la operación también sirve para alargar el frenillo) con anestesia local, pudiendo comprimir y ocluir la zona hasta que esto se produzca.
Fractura del pene
La fractura del pene ocurre cuando se le aplica una fuerza anormal y tangencial en estado de erección (generalmente durante el coito, cuando la pareja se coloca encima a horcajadas). Esta fractura supone un desgarro en la túnica albugínea, una espesa capa fibrosa que envuelve a los cuerpos cavernosos (los dos cilindros que albergan el tejido eréctil del pene). La mayoría de los casos (75%) ocurren en un solo cuerpo cavernoso, el 25% afecta a ambos lados, y en el 10%, la lesión se extiende a la uretra.
Desgarro de frenillo
Esta situación se produce durante el coito, en el cual un frenillo corto y tirante se desgarra de forma total o parcialmente, produciendo dolor e incluso una hemorragia llamativa. El tratamiento consiste en la sutura quirúrgica (la operación también sirve para alargar el frenillo) con anestesia local, pudiendo comprimir y ocluir la zona hasta que esto se produzca.
Fractura del pene
La fractura del pene ocurre cuando se le aplica una fuerza anormal y tangencial en estado de erección (generalmente durante el coito, cuando la pareja se coloca encima a horcajadas). Esta fractura supone un desgarro en la túnica albugínea, una espesa capa fibrosa que envuelve a los cuerpos cavernosos (los dos cilindros que albergan el tejido eréctil del pene). La mayoría de los casos (75%) ocurren en un solo cuerpo cavernoso, el 25% afecta a ambos lados, y en el 10%, la lesión se extiende a la uretra.
Síntomas de la fractura de pene
- Un
crujido audible, seguido de la pérdida de erección
- Dolor
- Hematoma
en la zona, que afecta a todo el pene hasta su raíz
Si la uretra resulta dañada, puede producirse una
hemorragia, que aparece por el meato (orificio externo de la uretra).
En la exploración, puede palparse un defecto o rotura en la zona afectada y apreciarse una incurvación hacia el lado opuesto a la lesión. La ecografía (sonda de 7 Mhz) sirve para examinar la integridad de la capa albugínea, viendo asimismo el hematoma. Ante la mínima duda diagnóstica, debe recurrirse a la cavernosografía, que es una prueba que mediante la introducción de contraste en los cuerpos cavernosos, permite determinar la integridad de la albugínea y de los cuerpos cavernosos, o cuantifica la magnitud de la lesión.
Si se sospecha la lesión de la uretra, debe realizarse una exploración con contraste para comprobar su estado (uretrografía).
Tratamiento de la fractura de pene
Es importante acudir de inmediato a un urólogo. Este problema requiere tratamiento quirúrgico en la mayoría de los casos, para suturar el desgarro. No obstante, muy ocasionalmente puede tratarse de forma conservadora, con reposo, antiinflamatorios y bolsas de hielo (siempre cubiertas con un paño antes de aplicarlas a la piel, para evitar quemaduras), si bien la posibilidad de que existan secuelas (incurvaciones, disfunción eréctil, etc.) es mayor.
Cuando la uretra no presenta daños, se procede a drenar cualquier acumulación de sangre (hematoma) y a reparar el tejido lesionado del cuerpo cavernoso, y de la túnica. El tratamiento quirúrgico produce resultados satisfactorios en cerca del 80% de los pacientes; en el resto, el dolor residual y las deformidades pueden provocar dificultades a la hora de las relaciones sexuales. Todas la lesiones de uretra deben repararse, aún así la estenosis uretral (estrechamiento) se da a largo plazo en el 20% de los casos después de la cirugía.
Amputación del pene
La amputación traumática de una parte o de todo el pene suele estar relacionada con trastornos psiquiátricos, ataques de ira o de celos. La hemorragia puede ser importante, poniendo en peligro la vida, especialmente cuando la amputación se produce con el pene erecto. El fin de la cirugía es restablecer la longitud del miembro y sus diferentes funciones. Si nos encontramos ante una sección completa del pene, conviene tener en cuenta que la preservación correcta del órgano amputado (limpieza, colocación en bolsa de plástico estéril y recubierta con hielo) puede hacer viable un reimplante incluso a las 24 h de producirse el hecho, constatándose los mejores resultados con técnicas microquirúrgicas.
En la exploración, puede palparse un defecto o rotura en la zona afectada y apreciarse una incurvación hacia el lado opuesto a la lesión. La ecografía (sonda de 7 Mhz) sirve para examinar la integridad de la capa albugínea, viendo asimismo el hematoma. Ante la mínima duda diagnóstica, debe recurrirse a la cavernosografía, que es una prueba que mediante la introducción de contraste en los cuerpos cavernosos, permite determinar la integridad de la albugínea y de los cuerpos cavernosos, o cuantifica la magnitud de la lesión.
Si se sospecha la lesión de la uretra, debe realizarse una exploración con contraste para comprobar su estado (uretrografía).
Tratamiento de la fractura de pene
Es importante acudir de inmediato a un urólogo. Este problema requiere tratamiento quirúrgico en la mayoría de los casos, para suturar el desgarro. No obstante, muy ocasionalmente puede tratarse de forma conservadora, con reposo, antiinflamatorios y bolsas de hielo (siempre cubiertas con un paño antes de aplicarlas a la piel, para evitar quemaduras), si bien la posibilidad de que existan secuelas (incurvaciones, disfunción eréctil, etc.) es mayor.
Cuando la uretra no presenta daños, se procede a drenar cualquier acumulación de sangre (hematoma) y a reparar el tejido lesionado del cuerpo cavernoso, y de la túnica. El tratamiento quirúrgico produce resultados satisfactorios en cerca del 80% de los pacientes; en el resto, el dolor residual y las deformidades pueden provocar dificultades a la hora de las relaciones sexuales. Todas la lesiones de uretra deben repararse, aún así la estenosis uretral (estrechamiento) se da a largo plazo en el 20% de los casos después de la cirugía.
Amputación del pene
La amputación traumática de una parte o de todo el pene suele estar relacionada con trastornos psiquiátricos, ataques de ira o de celos. La hemorragia puede ser importante, poniendo en peligro la vida, especialmente cuando la amputación se produce con el pene erecto. El fin de la cirugía es restablecer la longitud del miembro y sus diferentes funciones. Si nos encontramos ante una sección completa del pene, conviene tener en cuenta que la preservación correcta del órgano amputado (limpieza, colocación en bolsa de plástico estéril y recubierta con hielo) puede hacer viable un reimplante incluso a las 24 h de producirse el hecho, constatándose los mejores resultados con técnicas microquirúrgicas.