La seducción es un arte, y ciertas personas tienen ese don ampliamente desarrollado: son hábiles para acercarse, generar atracción, leer las señales corporales y llegar con alta efectividad a las situaciones más íntimas. Pero a veces se traspasan ciertos límites, perdiendo el equilibrio, y la seducción se convierte en un objetivo en sí mismo sin otro interés más allá de la conquista.
Diferencia entre “Donjuanes” y “Casanovas”. En el primer caso, se trata de hombres que, siguiendo la línea de un histórico personaje literario (Don Juan Tenorio) sólo se interesan por la cantidad de mujeres con las que concretan un encuentro sexual. Giacomo Casanova en cambio fue un célebre galán italiano, de Venecia, que existió por el siglo XVIII y que por sobre la cantidad privilegiaba el placer de la seducción y el trato caballeroso con ellas.
Dejando de lado las diferencias de estilo, en nuestros tiempos nos encontramos con muchos hombres –y también mujeres, aunque se habla menos de estos casos- que se enfocan en la conquista, y no desean una relación estable y comprometida. Si del otro lado está la misma expectativa, no hay mayores problemas. Pero precisamente estas características tan destacadas y especiales de la “personalidad magnética” suelen producir no solo atracción sexual sino enamoramiento, y es por eso que el acercamiento con este tipo de personas es de alguna manera riesgoso.
¿Por qué alguien desarrolla este estilo de relaciones eróticas? En general encontramos motivos comunes como el temor al compromiso, una muy solapada baja autoestima –que se intenta construir con cada conquista-, trastornos psicológicos (como el obsesivo compulsivo, la ansiedad, la depresión, la bipolaridad) y más raramente una homosexualidad no asumida. Y también podemos preguntarnos qué pasa de la otra parte: ¿Por qué esa fascinación que suelen producir los Donjuanes y los Casanovas? La primera respuesta obvia tiene que ver con ese encantamiento natural, pero también aparece en escena la atracción por lo prohibido, por lo que no vas a alcanzar, por jugar con los límites, y el desafío de “corregir” a estos personajes.
Todos tenemos derecho a vivir orientados por nuestros deseos y nuestros sueños. Pero cuidado, también existen los demás, y debemos cuidarlos. Por otro lado, cuando esta tendencia hiper-seductora produce sufrimiento en vez de placer, es hora de pedir ayuda profesional. En psicoterapia se puede trabajar con muy buenos resultados.
Fuente: discoverymujer.com
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