sábado, 12 de septiembre de 2015

Los ocho mandamientos para no meter la pata en WhatsApp

Los ocho mandamientos para no meter la pata en WhatsApp

Los malentendidos se multiplican en ausencia de lenguaje corporal que podamos interpretar. Los expertos aconsejan usar emoticones o evitar los monosílabos cuando hablamos por redes sociales.

En 2013, se divulgó un estudio de CyberPsychology and behaviour Journal, que afirmaba que se habían producido hasta 28 millones de rupturas, debido a las interacciones en estas aplicaciones de texto. Si bien el estudio resultó no contar con datos exactos y no ser del todo cierto, la noticia se hizo viral rápidamente. A nadie le extrañaba que tal cantidad de parejas hubiera terminado por un malentendido hablando por WhatsApp. Reconozcámoslo: todos hemos discutido por esto alguna vez.
Hemos pasado de hablar las cosas tranquilamente con un buen vino y con un poco de calma, a dejarnos llevar por el impulso, querer solucionarlo todo desde la distancia, y si es posible, grabar la conversación o mandar un pantallazo a nuestros amigos para asegurar que éramos nosotros los que teníamos razón. El problema es que muchas veces lo que uno escribe, o cree escribir, no coincide con lo que el otro lee, o interpreta que ha leído. Las frases cambian mucho según su contexto, el tono de voz, o la postura que muestre nuestro cuerpo, y toda esa información se pierde a través de la pantalla táctil.
Por eso, si has sufrido una de esas disputas sin sentido, bien sea con tu pareja, tu madre o tus amigos, ten en cuenta los consejos que nos dan nuestros expertos para evitar tener una pelea por un malentendido en nuestras conversaciones de WhatsApp, o aplicaciones similares:
1) Cada persona es un mundo: Cuando intentas imitar a un amigo, seguramente incluirás un acento, una forma de arrastrar las palabras, alguna muletilla o una entonación especial que le caracteriza y le hace único. Todos tenemos nuestra forma de hablar, pero también tenemos nuestra forma particular de escribir. Y es por eso que a veces detectamos que un “jaja” no es lo mismo que un “jeje”. Según Leticia Dargallo delCentro Psicológico Insight. “Las formas, matices y entonaciones que utilizamos cada uno al hablar con alguien cara a cara o incluso al teléfono son muy particulares y todos tenemos las nuestras propias.”. A esta idea, el también psicólogo Miguel Ángel Rizaldos, matiza que al igual que tenemos esos matices en la forma de hablar “la escritura no deja de ser una expresión de cómo se es, al igual que lo hacemos verbalmente lo hacemos escribiendo”.
2) Añade una sonrisa o una lágrima: Cuando alguien te dice que está bien, pero su mirada te dice que está mal, sabes detectarlo. Cuando alguien te manda un mensaje y te pone que “Todo ok”, es muy difícil conseguir más información al respecto. “Muy hábilmente los creadores de esta herramienta han introducido los emoticonos, que nos ayudan a completar lo que estamos escribiendo, le da la entonación y la emoción que deseamos transmitir. ¿Es acaso lo mismo decir que mañana es tu día libre, sin más, que añadir una ‘bailaora’?”, reflexiona Dargallo. Sin embargo, Rizaldos no cree que los iconos consigan aportar toda esa información y es que “son útiles, pero son modos pobres y limitados de expresión de emociones, ya que no sustituyen una mirada o una caricia”.
emojis
Los emojis son útiles pero no puesden expresar a la perfección nuestras emociones.
3) No todo es urgente: Inmediatez. Eso es lo que nos han aportado las redes sociales. Antes te llamabas un día a la semana para hacerte un resumen, ahora es vital que todo el mundo opine de lo que estás comiendo en cada momento. Todo es importante, y todo parece urgente. ¿Pero realmente lo es? “Queremos una respuesta al momento, y no entendemos que si la otra persona ha leído nuestro mensaje, tarde en contestar. Sería bueno que intentáramos hacer un ejercicio de paciencia y comprensión, y es que a todos nos ha pasado el haber leído un mensaje justo al salir de casa, cuando estás montándote en el metro, cuando estás con amigos, o simplemente cuando no tienes ganas de estar pendiente del móvil”, reflexiona la psicóloga. Su homólogo masculino tampoco olvida que es bueno, por ejemplo, desactivar la última conexión, para que no puedan ver la nuestra, pero tampoco podamos ver la de los demás, lo que nos puede ayudar a no estar tan obsesionados con el control de la respuesta inmediata. Por cierto, también se puede desactivar el check azul.
4) Si no lo dirías, no lo escribas: Escudarnos en la pantalla nos hace creernos más valientes. Pero quizás nos haga más cobardes. No tener a la persona delante nos hace creer que es más fácil poder expresas ciertos sentimientos, bien sean negativos o positivos. Por eso, otra de las máximas para evitar discutir por culpa de una conversación de WhatsApp es la de “no hagas o digas aquello que no harías, o dirías cara a cara”. Así lo explica el psicólogo, que insiste en que “quizás sea más fácil expresar aquellas cosas que no diríamos cara a cara, pero esto es un arma de doble filo, ya que al igual que podemos trasmitir cosas positivas, podemos hacer lo contrario”.
5) Evita los monosílabos: Si dedicas tiempo y esfuerzo en escribir una parrafada a alguien, para explicar algo con pelos y señales, como por ejemplo, el súper plan que has pensado para el fin de semana, esperas algún tipo de respuesta que vaya más allá del “ok”. Pero si te responden con un monosílabo, el dilema ya está servido. “En ocasiones, por la falta de tiempo, la inmediatez o simplemente por pereza, respondemos con monosílabos a nuestro interlocutor, y esto puede ser interpretado como una muestra de enfado o de falta de interés por nuestra parte”. Ante esta situación, la psicóloga del Centro Insight propone volver a hacer uso de los emoticonos, que nos ahorren una larga explicación, pero que muestren más interés o más emoción por la conversación que un simple “sí” o “no”. Miguel Rizaldos aporta más ideas, cuestionando que quizás las expresiones que resulten demasiado tajantes “hay que matizarlas al máximo, para que el otro las interprete lo más fidedignamente posible a lo que queremos expresar. Es preferible no ahorrar en palabras para dar más detalles y así no exponerse a las malas interpretaciones”.
6) Si bebes, no wasapees: Otra de las contrapartidas de esta comunicación inmediata, es que a veces nos dejamos llevar por los impulsos. Si alguien no nos coge el teléfono, quizás nunca descubra ese enfado pasajero que teníamos con él, pero si tenemos la opción de dejarle un mensaje en un momento de ira, el daño ya estará hecho. “La policía, por ejemplo, en las RRSS con el tema del alcohol alerta: Si has bebido, no es buen momento para hablar ese tema tan candente con tu pareja, familia o jefe. O mañana te arrepentirás, y no solo por la resaca", apunta Rizaldos.
7) No todo se habla por Whatsapp: La finalidad del WhatsApp era poder comunicarse con los que están lejos, poder dejarse un recado, o escribir un “qué tal” a alguien con quién hace tiempo que no hablamos. Sin embargo, al final, hemos pasado a usarlo como método de comunicación con las personas con las que convivimos, e incluso para aquellas conversaciones que realmente son importantes. “Hay conversaciones que es mejor dejar para cuando nos veamos, dar unas pequeñas pinceladas por escrito está muy bien, pero hablarlo frente a frente, y por qué no, acompañado de una caña es mucho más enriquecedor y ameno”, explica Dargallo.
8) Que no te aleje de los que tienes cerca: Y es que uno de los conflictos por culpa de WhatsApp más típicos no es pelearte con la persona con la que estás hablando, sino con la que tienes enfrente, en una cena romántica, en una reunión de amigos o en una cena familia, y a quién no estás haciendo ni caso. “El problema es que WhatsApp nos acerca a quien tenemos lejos y nos aleja de quien tenemos cerca”. También existe fácil solución para eso.
Fuente: smoda.elpais.com

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