Creyentes en el norte de Filipinas se clavaron de verdad en cruces de madera al emular la crucifixión de Jesucristo ante la mirada de miles de espectadores locales y extranjeros que presenciaron estos ritos sangrientos anuales con motivo del Viernes Santo en el principal país católico romano de Asia.
Aunque los dirigentes de la iglesia y autoridades de salud se han pronunciado en contra de esta práctica que mezcla la devoción católica romana con creencias populares, el rito anual continúa atrayendo participantes y enormes multitudes, en particular en la provincia norteña de Pampanga.
El pintor de letreros, Ruben Enaje, de 53 años, se clavó por 28vo año en una cruz en un montículo polvoso en la aldea de San Pedro Cutid, en Pampanga. Efectúa su rito cada año después de que sobreviviera a una caída en un edificio.
Hombres vestidos de soldados romanos utilizaron mazos para traspasarle clavos de acero inoxidable por las palmas de las manos y por el centro de los pies. Las multitudes estaban listas con sus cámaras para capturar el sufrimiento de los penitentes.
El cineasta danés Lasse Spang Olsen, de 48 años, al igual que Enaje y otros ocho devotos filipinos, se clavó las manos y los pies en una cruz. El danés afirmó que hace dos años había hecho un documental sobre la crucifixión anual de Enaje y decidió crucificarse después de que enfermara en dos ocasiones. Una cámara pequeña estaba afianzada en la cruz de Spang mientras un colega filmaba la experiencia del cineasta.
El arzobispo Socratas Villages, jefe de la Conferencia Episcopal Católica de Filipinas, ha desalentado las crucifixiones. "Si quien lo hace lo hace para aumentar su amor hacia los demás, entonces complace a Dios", afirmó. "Pero si quien practica estos rituales sangrientos lo hace para la foto y volverse popular, entonces incurre en vanidad espiritual", apuntó.
El departamento de salud también ha desalentado la práctica debido a que sus peligros. El subsecretario de salud Eric Yatag pidió a los devotos que se vacunaran contra el tétanos.
Los devotos se someten a estas penurias en la creencia de que estos sacrificios extremos contribuyen a expiar sus pecados y conseguir curas milagrosas o para dar gracias a Dios.
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