Es la pregunta que todas las tías y abuelas se hacen hoy en día;
“¿por qué ninguna relación funciona en la actualidad y por qué antes las
cosas eran más ‘sencillas’ cuando la gente se pretendía enamorar?”.
Incluso aunque lo intentes lo mejor que puedas, debe haber algo que no
esté funcionando del todo bien y por lo cual estamos fallando tanto para
encontrar el
verdadero amor.
Psicólogos le han arrojado la culpa a la diferencia enorme de formas
de pensar poco convencionales en las nuevas generaciones a las pasadas.
Pero eso pasa a segundo plano, cuando lo importante estaría en encontrar
un equilibrio entre la curiosidad por descubrir cosas nuevas que nos
acerquen a la “plenitud”, y la necesidad de encontrar lo que nos hace
sentir amor de pareja.
1. No estamos preparadas para los sacrificios
Ya hay pocas cosas en nuestra vida que nos hagan sentir preparadas
para un sacrificio grande; comprometerte con alguien es prometer un amor
incondicional del cual ni siquiera sabemos si estamos seguras de poder
ofrecer. Crecimos en una generación que ya no está preparada para
invertir en hacer que una relación funcione, queremos todo fácil y en el
momento. Creemos que habrá alguien que nos podrá amar tal y como somos
sin poner un poco de esfuerzo de nuestra parte.
2. No queremos una vida aburrida
Queremos viajes, escapes y subidones de ánimo temporales. Queremos no
sólo a alguien que vea películas con nosotras, también queremos un
compañero de fiesta y además que tenga el mismo espíritu aventurero. Sin
embargo hemos dejado de lado desear a alguien que simplemente nos
entienda incluso en nuestros más profundos silencios. Olvidamos lo
esencial del amor y la compañía por hacerle más caso a las personas que
nos hacen sentir “vivas” por un instante.
3. No creamos recuerdos, sólo pasamos el rato con alguien
No es realmente amor lo que estamos buscando, queremos momentos que
nos provoquen emoción y la satisfacción de haber vivido una nueva
aventura. Ya no sabemos lo que es pasar el día completo con una sola
persona; necesitamos de diferentes experiencias para sentir que el día
estuvo completo, lo cual nos ha hecho acostumbrarnos a ‘pasar’ el tiempo
con personas al azar, pero realmente no generamos recuerdos ni
memorias.
5. Nos importa mucho más perseguir sueños materiales
Nos importa mucho más tener cosas que emociones, hemos reemplazado
las cosas materiales que nos ayuden a presumir la ‘gran felicidad’ que
nos brinda en la vida, por las verdaderas emociones que nos generan
alegría. A casi nadie le importa ya algo que ‘nos haga feliz’ si no se
puede plasmar en una foto; necesitamos constantemente tener la prueba
material de nuestra felicidad, generalmente a costa de lo que nuestro
verdadero espíritu necesita para sentirse pleno.
5. Buscamos una aceptación instantánea de TODO lo que hacemos
Las cosas que compartimos en nuestras redes, la carrera que elegimos,
la cual seguramente nos debe tener muy felices, pues lo importante será
siempre que a la otra gente le guste nuestra vida, a veces sin importar
mucho lo insatisfechas que la realidad nos pueda hacer sentir. Queremos
en alguien que apenas conocemos, la aceptación que nos genere
sentir amadas, y que además venga con la madurez emocional que se logra
de una pareja de años, lo cual obviamente es imposible.
6. Nos gusta tener ‘opciones’
Creemos que sería mucho mejor invertir cada hora del día con una
persona diferente, lo cual nos da una sensación de que estamos
compartiendo más experiencias y conocimientos, que pasar todo el día con
una sola persona. Nos gusta tener opciones, para en caso de que una
persona no esté para nosotros, entonces tener ‘
comodines‘ que
creemos que podrían ser una nueva o diferente oportunidad. Pero todo
esto sin pensar que al hacer esto, nos volvemos en la opción de otros
más.
7. Las relaciones son otro ejemplo de conveniencia
La cultura de las nuevas generaciones nos ha acercado mucho más al
escepticismo del amor, que a los finales felices de cuento. No creemos
ya en las relaciones sentimentales como creemos en los matrimonios por
conveniencia, los arreglos prenupciales que involucren dinero y un tipo
de estabilidad. Probablemente ni siquiera sabríamos qué hacer en una
situación así hasta el momento en que nos tocara vivirlo, pero mientras
tanto, por nada arriesgaríamos la integridad, sabiendo lo podridas que
pueden ser algunas relaciones amorosas hoy en día.
8. La tecnología nos aleja mucho más de lo que nos acerca
La tecnología nos ha hecho sentir tan cerca que a veces se siente
difícil respirar. Nuestra presencia como seres vivos se ha reemplazado
por mensajes de texto y voz, fotos y vídeo conferencias, que prontamente
pasan a ser algo más cotidiano que un motivo para recordar. Nunca le
dirás a una pareja si recuerda lo que platicaron, siempre que sea por
mensaje de texto, la impersonalidad es inevitable y ese vinculo
tecnológico va mucho más allá de poder racionalizarse como amor.
9. La liberación sexual es una plenitud temporaria
El sexo fuera de una relación ya no es un tabú; tenemos relaciones no
porque amemos a la otra persona, sino porque nos hace sentir bien, y
existen relaciones abiertas, amigos con derechos, encuentros casuales de
una sola noche, pero todo esto sin un apego emocional. Pero todo este
sentimiento de plenitud jamás dura más de lo que nuevamente nos pide más
y nuevas experiencias con diferentes personas.
10. Subestimamos a la pasión
Confundimos pasión con vulnerabilidad; subestimamos a alguien que se
muestra como un libro abierto ante nosotros, pues creemos que es una
actuación más para querer encajar, pero muchas veces nos topamos con
gente maravillosa dispuesta a darlo todo sin pedir nada a cambio, porque
su manera de amar sigue siendo de alguna manera virgen y genuina. Sin
embargo lo echamos a perder subestimando a esas almas apasionadas, por
seguir buscando la viva imagen de lo que las nuevas sociedades nos han
vendido como ‘auténtico’.
Fuente: extena
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