La mejor excusa que existe para justificar una infidelidad
es declararse adicto al sexo, pero más allá de esa justificación
que raya más en una actitud compulsiva y un deseo irrefrenable, la adicción es
una enfermedad que día a día ataca a más hombres.
La mayoría tenemos impulsos sexuales, obviamente algunos en
mayor a menor grado, pero esa actividad se torna preocupante cuando no logramos
inhibirlos o controlarlos, transformándose en un acto peligroso.
Si bien la conducta de un adicto sexual está
involucrada con la pérdida de control, losniveles de consumo de pornografía o
la frecuencia con la que recurre a las profesionales del sexo para saciar sus
necesidades, algunos expertos sexólogos la califican como “una forma de escape,
por una baja autoestima, o por sentimientos de enojo e inseguridad”.
Ya sea una adicción o tan sólo una conducta compulsiva, la
realidad es que el sexo no debería ser una obsesión, pero al igual que sucede
con otras adicciones como las drogas, el cigarro o el alcohol, acarrea muchos
problemas y sufrimiento al no poder conseguir un equilibrio y relaciones
sexuales satisfactorias con una pareja estable.
Un diagnóstico
La principal forma de descubrir a un adicto sexual pasa
primeramente por un diagnóstico y evaluación profesional, no obstante, se puede
detectar a un adicto por su comportamiento social y la forma de enfrentar el
tema sexual en la vida diaria.
Mentiras: un adicto al sexo utiliza frecuentemente
mentiras para conseguir lo que busca, sin importar las consecuencias o la
veracidad de sus palabras.
Dedicación absoluta: El adicto sexual está
siempre preocupado y gasta muchas horas del día en conquistar a alguien,
utilizando todos los recursos disponibles para lograr su propósito de
satisfacción.
Oídos sordos: Por lo general un adicto al sexo
no mide consecuencias y hace oídos sordos ante cualquier amenaza, no dando pie
atrás especialmente cuando se enfrenta a un posibilidad de divorcio, el despido
del trabajo, el arresto e, incluso, la muerte.
Pornografía: Los altos niveles de consumo de
pornografía, en todas sus vertientes y corrientes cinematográficas, es una
realidad que va ligada al adicto al sexo.
Indomable: Un adicto al sexo no conoce el
autocontrol. Por más que las experiencias y los límites sean claros, un enfermo
pierde el control y sobrepasa cualquier frontera.
No muy placentero: Por lo general, lejos de
sentir placer y relajo, los adictos al sexo suelen sentir vergüenza,
arrepentimiento, remordimiento y ansiedad después del acto.
Tobogán emocional: Una de las características
bien marcadas de un adicto al sexo es el vaivén de emociones a la que se
enfrenta después de un acto sexual, pasando de la euforia al bajón en pocos
minutos, siendo la única solución posible otro encuentro sexual y así
sucesivamente.
Pese a que este tipo de conductas que puede desencadenar
serios problemas a un adicto, existen especialistas dispuestos a ayudarles,
encontrando las razones que desencadenan esa dependencia y enseñando técnicas
de control sobre las conductas sexuales mediante psicoterapia o fármacos como
los inhibidores sexuales.
Lo importante es tener claro que como toda adicción, en este
caso la sexual, es una enfermedad por lo que hay que recurrir a un profesional
calificado para recibir el tratamiento indicado antes que sea demasiado tarde
para una terapia.
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