El 24 de noviembre de 1974, en Hadar, un pequeño pueblo
etíope a 150 kilómetros al nordeste de Adís Adeba, sonaban los Beatles. Eso y
unos antropólogos encontraron un codo. Pero vaya codo: El codo de Lucy.
Se cumplen 41 años del descubrimiento de uno de
los esqueletos fósiles más conocidos del mundo. Ahora que el
evolucionismo empieza a ganar terreno en todo el mundo y
Google, con su doodle, nos recuerda
la señalada fecha, es un buen momento para recordar quien era esa
joven australopithecus llamada Lucy la australopithecus.
El paleoantropólogo Donald Johanson y su
ayudante Tom Gray pasaron ese día por Hadar para identificarlo bien en el mapa
de los yacimientos fósiles que habían ido localizando. Johanson cuenta que en
seguida supo que era un hominino y que al llegar al campamento se decantó por
un australopithecus por el tamaño del cráneo (por la forma del occipital).
Los homininos son un grupo que incluye a los humanos y a varias especies extintas cercanas, pero no a los chimpancés o bonobos (género pan). Dentro de ellos se encuentran también los australopithecus que conocemos al menos desde que, en 1924, el niño de Taung (un fósil de unos tres años de edad) apareciera por casualidad en un cantera sudafricana. No obstante, Lucy (bautizada así por la canción de los Beatles que sonaba) acabó siendo una especie distinta, una Australopithecus afarensis, por los pueblos Afar de Etiopía.
La importancia de Lucy
Johanson suele decir que Lucy alcanzó la fama porque tenía el
nombre, el apodo, apropiado. No le falta razón: la humanización del
fósil hizo que los huesos fueran algo más que huesos y lo convirtió en una
estrella sin parangón. De hecho, esta estrategia se ha seguido muchas veces con
mayor o menor éxito.
No obstante, Lucy fue un descubrimiento importante. Aunque con el descubrimiento de Ardi, hace tan sólo unos años, sabemos que la bipedestación es probablemente previa a la separación de nuestro linaje y el de los chimpancés, encontrar un esqueleto tan completo del australopithecus afarensis nos ayudó a clarificar mucho todo nuestro árbol evolutivo permitiendo dibujar un proceso parsimoniosoen el desarrollo de cosas que se creían propiamente humanas como caminar o (aunque esto no lo sabemos por Lucy sino por el garhi) elaborar herramientas de piedra.
Pero si nos atenemos a la historia, seguramente lo más
importante que hizo Lucy fue poblar la imaginación y los
sueños de muchísimos niños, jóvenes e investigadores que, durante estos
cuarenta años, han conseguido dar un impulso sin precedentes en busca de los
orígenes más profundos del ser humano.
Fuente: xataka.com
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