La muerte de al menos treinta inmigrantes que viajaban hoy en un barco con el que pretendían llegar al sur de Italia es el último episodio de un drama para el que Roma reclama una mayor contribución de sus socios de la Unión Europea.
El suceso se produce la víspera de que Italia asuma su Presidencia de turno de los 28, a quienes ha insistido en las últimas semanas en que no puede afrontar en solitario la operación de ayuda y rescate de inmigrantes procedentes de África.
La tragedia de hoy se suma a la registrada a primeros de mes cuando doce inmigrantes murieron al caer al mar durante las operaciones de salvamento de la Armada en Sicilia (sur).
Además, desde el pasado viernes, la marina militar italiana ha socorrido a 5.000 inmigrantes, una cifra que se suma a los 67.696 sin papeles que ya ha rescatado en lo que va de año en el Canal de Sicilia, según los últimos datos oficiales.
Todas estas personas fueron salvadas por el dispositivo Mare Nostrum, aprobado en octubre tras un naufragio en el que murieron 366 personas frente a las costas de Lampedusa.
Una vez rescatadas por la marina, son habitualmente trasladadas a los puertos militares del sur del país para recibir asistencia sanitaria.
Se trata de una llegada masiva sin precedentes que colapsa los municipios italianos, afirmó a Efe el responsable de inmigración de la Asociación Nacional de Municipios de Italia (ANCI), Giorgio Pighi.
"Si antes llegaban a Italia 10 personas al día, ahora llegan cientos y miles. Este número requiere de un sacrificio importante por parte de los municipios y no todos están dispuestos a realizarlo, especialmente en el sur, donde son más reacios", subrayó Pighi.
El mayor porcentaje del flujo migratorio que llega a Italia es protagonizado por inmigrantes que solicitan acogerse a su derecho de asilo.
"La mayoría de las personas son refugiados que buscan protección frente a conflictos armados. Sobre todo, son somalíes y sirios que huyen de la guerra", explicó a Efe la responsable de la Agencia de Refugiados para las Naciones Unidas (UNHCR) en Italia, Carlotta Sami.
Si en 2011 llegaron a Italia 330 sirios, en 2013 fueron 11.300 personas de esa nacionalidad las que navegaron hasta Italia para pedir asilo en toda Europa, mayoritariamente en Francia y en Alemania, añadió Sami.
El proceso hasta que les es reconocido el derecho de asilo, cuenta Sami, puede durar desde 6 meses hasta un año, dependiendo del país.
"El problema es que muchos no quieren identificarse en Italia porque prefieren hacerlo en el estado en el que van a pedir asilo y otros alargan el proceso hasta que se les asigna el destino que quieren. Todo esto crea una dificultad que los municipios italianos no pueden afrontar solos", asegura Pighi.
Colapsados por las llegadas de centenares de inmigrantes cada día, los ayuntamientos se ven obligados a derivar a estos refugiados a iglesias cercanas, como en Sicilia, donde las parroquias y otros centros religiosos dan alojamiento actualmente a más de 550 indocumentados.
"Sicilia carga con casi la totalidad de los flujos migratorios, no reparten a estas personas por el resto de puertos nacionales, sino que desembarcan en Sicilia porque es la isla que está más cerca", explicó a Efe el vicepresidente de ANCI en Sicilia, Paolo Amenta.
Augusta, Pozzallo y Portogallo son los puertos de la isla italiana a los que llegan mayor número de personas, un problema para Sicilia no solo por la escasez de espacio, afirmó Amenta, sino por el alto coste que supone a la comunidad.
Italia ha pedido en diversas ocasiones ayuda a la UE para afrontar este problema y, sin duda, será uno de los temas clave que el gobierno de Matteo Renzi incluirá en su programa para los próximos seis meses, en los que Italia ostentará la presidenta de turno de la UE.
"El ministro del Interior, con el que he hablado en diversas ocasiones, ha asegurado que el Consejo de Ministros italiano tiene intención de poner en evidencia este problema en Bruselas para que sea resuelto por toda la UE, como único estado", confesó Pighi.
Pighi alabó la labor del programa Mare Nostrum y señaló que este dispositivo debería ser asumido también por otros países europeos.
"Mare Nostrum es necesario, no solo debe convertirse en un programa de toda la Unión sino que debe ser asumido por otros países que se encuentran en el mar Mediterráneo, porque es un programa que cuesta mucho dinero e Italia no puede pagarlo sola", concluyó.