Aquellos que prefieren la oscuridad son un poco más tímidos
Una de las grandes cuestiones cuando se practica el sexo es saber si se prefiere hacerlo a oscuras, o con luz. Los hay partidarios de una y de otra modalidad, y también están aquellos que no se preocupan por esas nimiedades. Lo más importante de todo es practicar el sexo, y una vez tengamos ese deseo resuelto, podremos empezar a preocuparnos por el cómo lo hacemos. Vamos a abordar algunas de las ventajas e inconvenientes.
Normalmente aquellos que prefieren la oscuridad son un poco más tímidos, y mucho se ha escuchado que son las mujeres quienes lo prefieren así, ya sea por disgustos con el cuerpo, falta de confianza con la pareja, pudor o falta de experiencia; lo cierto es que algo que se evita es que la pareja nos vea si nos ruborizamos, impide que se conozcan algunos gestos que pueden intimidar en una próxima charla, la oscuridad esconde ciertos defectos físicos.
La luz es más libertina. Los cuerpos se muestran, y cada uno de los movimientos que hagas puede ser visto por el otro
Claro está que en la oscuridad puedes intuir lo que está ocurriendo, el efecto de estar a ciegas produce curiosidad, aumenta el nivel de sorpresa y activa todos los sentidos, pues se aguza la audición para escuchar lo que la otra persona hace y donde se encuentra, estimula la piel y la hace más sensible a la espera de roces y tacto con mayores sensaciones en cualquier parte del cuerpo; hace que el olfato pueda rastrear de una mejor forma a la pareja y los olores de esa noche romántica; y deja un espacio amplio para el desarrollo del gusto para saborear los labios de quien puede hacer muchas cosas sin que lo estemos observando; ayuda también porque de repente no te enfrentas a una visión directa de los genitales. Hay personas a las que verse mientras practican el sexo les resulta muy chocante. Sin embargo, para aquellos a quienes sí les excita, la oscuridad puede llegar a ser muy aburridora. El tacto lo puede todo, está claro, pero observar aunque sea un poco te puede aportar sensaciones más extremas; a la mayoría de los hombres les encanta darse cuenta de los gestos que producen en la pareja.
De este modo, la luz es más libertina. Los cuerpos se muestran, y cada uno de los movimientos que hagas puede ser visto por el otro. En el fondo, todos tenemos algo de voyeur, por eso nos resulta tan emocionante «hacer el amor» a plena luz.
Al mismo tiempo, el hecho de observar la cara de la pareja es una satisfacción, además de indicarte si está o no disfrutando. Sin embargo, el exceso de luz puede llegar a desconcentrar, ya que los referentes visuales son diversos y nuestra atención hacia el cuerpo del otro se puede ver mermada, generando muchos distractores de la velada, pues algunas personas comienzan a detallar objetos o espacios de la habitación, y llegan a dispersar su atención.
La elección de la luz o la oscuridad depende de los gustos de cada uno
Para lograr un término medio, experimenta con las velas, algo romántico, generador de calor e intimidad pasional en un recinto, el término medio es una de las opciones preferidas por la mayoría. Imagina una habitación con una fuente de luz tenue y localizada, que te permita ver el rostro de tu pareja y dibujar su silueta mientras se dedican un rato de placer.
La elección de la luz o la oscuridad depende de los gustos de cada uno. También tiene mucho que ver con el grado de soltura e inseguridad que tengamos en la cama. Si te da miedo encender la luz porque tienes prejuicios sobre tu cuerpo, o porque te da vergüenza que tu pareja te vea gemir, es una pena. Pues es obvio que si hay sexo en el día no se puede disimular, y estas oportunidades hay que aprovecharlas en cualquier lugar, pues oxigena las relaciones y hace que se motive más a la pareja para que pueda conocernos a plenitud. En todo caso ustedes deciden, si el día o la noche, el fuego candente y arrasador del sol, o la plácida e inquieta luna serán los que acompañen el encuentro erótico.
El tacto lo puede todo, está claro, pero observar aunque sea un poco te puede aportar sensaciones más extremas; a la mayoría de los hombres les encanta darse cuenta de los gestos que producen en la pareja.
fuente: /primiciadiario.com/
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