viernes, 9 de enero de 2015

Los riesgos de buscar el orgasmo simultáneo

La obsesión por alcanzar juntos el clímax puede generar insatisfacción… Y mucho más. En las mujeres puede afectar la lubricación, causar molestias y dolores. En los hombres, puede provocar eyaculación precoz y problemas de erección. Después de leer esta nota, ¿te vas a seguir obligando a cronometrar el placer? 
 orgasmo simultáneo tiene que ser más una casualidad que una constante búsqueda. Es un mito que produjo mucho daño en la sexualidad de las parejas, especialmente por la idea que las personas tienen sobre esto y por las atribuciones que le colocan a la situación.

¿Qué es un orgasmo simultáneo? Es el esfuerzo, la concentración, el sobrecontrol de las sensaciones para coordinar con la pareja el momento justo para alcanzar el orgasmo a la misma vez. Es una de las metas a las que se enfrentan las personas por considerar que es la forma de obtener la satisfacción plena.

“El orgasmo simultáneo favorece el sentimiento de unión y refuerza positivamente la relación”, dicen por ahí. ¡Mentira! En realidad, favorece el sentimiento de desesperación y refuerza la incertidumbre y la frustración. 

Muchas personas sienten que el orgasmo simultáneo es el mejor. Piensan que si no lo consiguen significa que no hay amor, que la pareja no se entiende, que no funciona, que no son el uno para el otro. Es como la gran prueba de amor:“si logramos tener un orgasmo simultáneo es porque nos amamos”.
Cuando no se consigue se carga de culpabilidad a la otra persona, ya que “con otras parejas no me pasaba, eres tu”. Qué error más grande. Para tener un orgasmo una persona necesita soltarse, dejarse llevar por la excitación, para poder terminar con el momento de máximo placer. Orgasmo significa descontrol. Y eso no ocurre si tenemos toda la presión de un orgasmo simultáneo.

Los posibles efectos

Ponerse en búsqueda de un orgasmo simultáneo en teoría resulta fácil y práctico, pero en la realidad termina siendo la situación más displacentera y estresante que puede haber. La atención puesta en qué está ocurriendo con el otro, y al mismo tiempo estar pendientes de las propias sensaciones, no permite sentir placer y puede generar una disfunción sexual.

La obsesión y el sobrecontrol de la emociones provoca que nos inhibamos y hace que la pasemos muy mal. La mujer puede dejar de lubricarse adecuadamente y pueden aparecer molestias y dolores. El hombre puede tener fallas en la erección, eyacular rápidamente o inhibirse tanto que no pueda eyacular.

Cada persona tiene su manera muy particular de excitarse y tiene sus tiempos, que casi siempre no coinciden con los de la pareja. Por eso que se dificulta con la especulación cronométrica para alcanzar juntos el orgasmo.

Por qué fingimos

La obsesión por lograr el clímax a la vez conduce a fingir. En muchas ocasiones es una demanda de los hombres para reforzar su machismo: “yo siempre hago que con mi pareja tengamos orgasmos al mismo tiempo”, alardean. Así, demandan y exigen.
En ocasiones es una demanda de la mujer para confirmar cuánto ama al hombre y cuánto él la ama. Ellas dicen fingir los orgasmos porque se sienten demasiado presionadas y esto les impide relajarse lo suficiente como para abandonarse a las sensaciones de su propia excitación.

La clave: pensar en el otro

Un orgasmo es un momento tan placentero que, aún cuando no se alcance a la vez, se lo podría gozar plenamente. Una persona puede disfrutar de dar placer sexual.

La experiencia y el compartir con una pareja que se quiere y que gusta puede facilitar la reducción de los miedos y las inhibiciones. Esto facilita alcanzar el orgasmo, ya que hubo tiempo para conocer a la otra persona y generar la confianza necesaria para poder dejarse llevar por el erotismo y la excitación. Uno disfruta en la medida en que es capaz de apropiarse de su cuerpo y de sus sensaciones.

Por todo esto, ya es hora de dejar de lado la idea errónea del orgasmo simultáneo como una meta. Hay que aprender a dejarse llevar por las sensaciones y las emociones, que fluya ese deseo de encontrarse con la persona que nos estimula sin ponerse parámetros ni metas. 
Hay una frase muy vieja, pero muy sabia: “relájate y goza”. Si nos relajamos, si nos dejamos llevar, si no nos ponemos presiones… Seguramente gozaremos y dejaremos gozar.

Por el doctor Francisco Argañaraz, sexólogo clínico y psiquiatra. www.medicalsex.com.ar
Fuente: entremujeres.clarin.com

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